Torre-mirador
La torre-mirador es un elemento arquitectónico frecuente y característico de la arquitectura civil sevillana.
Por su forma y función estarían emparentadas con los discretos miradores de la arquitectura musulmana, habituales en la arquitectura doméstica granadina del siglo XV, que evolucionaron hacia tipos más abiertos, construidos en ladrillo y caracterizados por su columna en parteluz entre los arcos exteriores, con un sencillo antepecho de obra y una cubierta de teja a cuatro aguas.
El renacimiento potenció el uso de las torres-miradores en las esquinas de sus edificios, al estilo castellano, reservadas casi exclusivamente para construcciones principales o palaciegas, cuyo ejemplo en Sevilla lo tenemos en el Hospital de las Cinco Llagas, actual Parlamento andaluz.
Pero sería en tiempos del barroco cuando el elemento se desarrolló con verdadera profusión dando lugar a una de las formas más conocidas de la arquitectura urbana de nuestras ciudades, tanto a nivel de la arquitectura nobiliaria como a la de otras más populares. Continuada y enriquecida durante el período neobarroco y a través de la arquitectura regionalista, su influencia ha sido enorme hasta bien entrado el siglo XX.
Tanto la ciudad de Sevilla como muchas otras poblaciones de la provincia cuentan con importantes torres-miradores en su haber, algunas dotadas de enorme valor arquitectónico y estético.
A modo de ejemplo pueden citarse en Sevilla algunas como la más clásica de el Palacio de Altamira, la neobarroca de la Casa Longoria o la regionalista del edificio Coliseo.
De la provincia pueden citarse desde las existentes en palacios barrocos como el de Benamejí de Écija o el del palacio del marqués de la Gomera de Osuna, a otras de tipología popular como la existente en la Plaza del Emigrante de Dos Hermanas.
Galería de imágenes
Torre en esquina en el Hospital de las Cinco Llagas.
Palacio de Benamejí, en Écija.
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