Arrabal de San Bernardo (Sevilla)

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El arrabal de San Bernardo de Sevilla, que en la época islámica era "arrabal de Ben Ahofar", se extiende por una zona próxima al casco histórico de la ciudad donde antiguamente existió una laguna (del árabe "bohaira").

A orillas de este lugar el rey taifa sevillano Almutamid levantó un pequeño palacio al que dotó de unos jardines. Años más tarde, cuando Abu Yaqub Yusuf, emperador de Marruecos, se apodera de Andalucía y se establece en la ciudad, decide ampliar el "Palacio de la Bohaira" con intención de rivalizar con el de Medina Azahara construido en la Córdoba califal, comprando para ello un "machar" o cortijo colindante donde mandó plantar diez mil olivos, palmeras y árboles frutales. Pero Yusuf murió al intentar apoderarse de Portugal, antes de ver terminadas sus obras en el palacio, y éste y sus jardines fueron abandonados a partir del año 1181; de modo que cuando Fernando III El Santo entró en la ciudad reconquistada en 1248, todo apareció ya como una zona saqueada y en ruina. Según algunos cronistas, el rey Fernando donó toda el conjunto al rey de Niebla en pago por su ayuda militar, por lo que desde entonces el lugar se denominó "Huerta del Rey".

Muy pronto comenzaron a instalarse junto a estos terrenos las primeras fundiciones, ubicadas allí para quedar lejos de posibles molestias para el vecindario residente en el interior de la ciudad. Estas fundiciones a finales del siglo XIV ya se ocupaban de la fabricación de las nuevas piezas de artillería apropiadas a las nuevas armas ofensivas de guerra, y alcanzaron su máximo auge en el siglo XVI cuando en 1568 Bartolomé Morel fundió la célebre figura del Giraldillo que remata el campanario de la Catedral.

Los propios trabajadores de aquella fundición repoblaron la zona, a la que se le dio el nombre de Arrabal de San Bernardo, por la parroquia de dicha advocación que se creó allí a finales de ese mismo siglo, primero como "ayuda de parroquia" y desde 1593 como parroquia propiamente dicha.

No mucho más adelante, en 1634, el rey Felipe III creó sobre aquellas fundiciones particulares dedicadas a cañones la Fundición de Bronces de Artillería, ampliando sus talleres hacia San Bernardo. Y un siglo más tarde, en 1782, Carlos III mandó la construcción del edificio de la Real Fábrica de Artillería que hasta finales del siglo XX ha estado vigente en las antiguas Atarazanas sevillanas.

Muchas de las actuales calles del arrabal de San Bernardo conservan su antiguo nombre que guarda relación con el campamento que en ese lugar levantó el rey Fernando III para el asalto final a la ciudad de Sevilla: Cofia, Gallinato, Portacelli, Tentudía o Valme, estas dos últimas referidas a dos milagros ocurridos durante la campaña.

Bibliografía

  • Las calles de Sevilla. José María de Mena. Editorial Castillejo. Sevilla, 1994.

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